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Comuna o nada (algún apunte poco conocido sobre Venezuela)

Carlos Guzmán, Coordinador General de IU Navarra y Portavoz Parlamentario de Contigo-Zurekin

El pasado domingo 25 de agosto, en Venezuela, se produjo un nuevo e importante proceso electoral, que sorprendentemente, a pesar del amplísimo seguimiento mediático que rodea a la República Bolivariana desde las elecciones presidenciales del 28 de julio, pasó totalmente inadvertido para la sociedad española. Aquel domingo tuvo lugar la II Consulta Popular Nacional, y un centenar y medio de Veedores Internacionales de los cinco continentes acudimos a los distintos estados del país para acompañar y sobre todo para conocer este interesante proceso.

La constitución Bolivariana de 1999, en su preámbulo caracteriza la sociedad venezolana como “democrática, participativa y protagónica”. Hugo Chávez, al final de los años 90, teorizó el concepto de “democracia protagónica”, como aspiración en la que fortalecer el papel protagonista del y de la ciudadana en la dirección del estado, frente al papel protagonista habitualmente desempeñado por los representantes públicos en las democracias liberales. Para compatibilizar el pluralismo político democráticamente representado en las instituciones estatales, regionales y locales (recordemos que el venezolano es un sistema pluripartidista, y de hecho algunos de sus estados o municipios están gobernados por la actual oposición), con ese papel protagónico de la ciudadanía, se ideó la Comuna como expresión del Poder Popular.

Las Comunas, desde su diseño hace ya más de dos décadas, garantizan la existencia efectiva de formas y mecanismos de participación directa de la ciudadanía en el diseño, la ejecución y la evaluación de proyectos vinculados a la comunidad y a sus necesidades. La Revolución Bolivariana, como proceso histórico en continua transformación, ha dado un paso más allá y este año 2024 ha puesto en marcha las Consultas Nacionales Populares (la primera tuvo lugar el 21 de abril y la segunda el pasado 25 de agosto), para dotar de financiación estable, continuada y periódica a estos espacios de Poder Popular.

En los 4.508 circuitos comunales distribuidos a lo largo y ancho del territorio, todos los venezolanos y venezolanas mayores de 15 años eligieron mediante sufragio universal, directo y secreto entre 7 propuestas diseñadas previamente de manera comunitaria y participativa en su propia Comuna. La propuesta electa, de manera inmediata (en cuestión de días) recibirá la financiación estatal requerida y será desarrollada y ejecutada por la propia Comuna durante los próximos meses (los proyectos aprobados y financiados en la I Consulta de abril ya están ejecutados y evaluados, tal y como pudimos comprobar sobre el terreno los Veedores Internacionales allí presentes).

En breves semanas comenzará la negociación de los Presupuestos Generales de Navarra para el año 2025, y nuevamente serán los grupos del Parlamento los que diseñarán y aprobarán las cuentas generales. ¿Nos imaginamos que por el ejemplo el Consejero de Economia y Hacienda una vez fijado el techo de gasto presupuestario, de los cerca de 6.300 millones de euros retirase 300 o 400 millones de euros para que fueran Asambleas Ciudadanas de todos los barrios de todos los pueblos y ciudades de Navarra las que de manera comunitaria diseñaran y decidieran como y en que invertir ese gasto público de manera directa sin intervención ni tutela institucional o partidista? Quizá suene a utopía inalcanzable en la Navarra capitalista del 2024 que haría temblar las canillas a cualquier Consejero de Economia y Hacienda, pero a día de hoy es una realidad ya instaurada en la República Bolivariana de Venezuela.

Bajo el lema “Comuna o nada”, desde lo comunitario los venezolanos y venezolanas profundizan en autogobierno y organización popular, en algunas ocasiones, disputándole directamente el poder a las instituciones locales, regionales o estatales estén de manera indiferente en manos del oficialismo o de la oposición, defendiendo siempre el interés colectivo de su Comuna.

El ruido injerencista que rodea al país latinoamericano desde el pasado 28 de julio a buen seguro continuará y quizá incluso ira in crescendo hasta la toma de posesión presidencial del próximo 10 de enero obviando sorprendentemente cuestiones relevantes como la II Consulta Popular Nacional. Que la práctica totalidad de los candidatos presidenciales (recordemos que 10 candidatos concurrieron al proceso electoral) hayan reconocido oficialmente la victoria de Nicolas Maduro, o que ni los poderosos Estados Unidos de América ni la seguidista en política internacional Unión Europea hayan reconocido oficialmente al candidato opositor autoproclamado vencedor, nos debería hacer reflexionar sobre la verdadera realidad venezolana. Todo ello resulta ya insignificante e indiferente para la comunidad internacional. El relato sobre el proceso electoral de Venezuela estaba escrito de antemano, y capítulo a capítulo se va desarrollando de forma calculada y ordenada; autoproclamación de la victoria de la oposición, rechazo del resultado ofrecido por el Consejo Nacional Electoral (CNE), organización de guarimbas (disturbios callejeros de carácter violento), desacato de las diligencias del Tribunal Supremo de Justicia, y como último capitulo en estos momentos sabotajes al sistema eléctrico del país para hostigar a la población.

Como nos señaló una anciana comunera a los Veedores Internacionales en el centro de votación del Circuito Comunal La Cardina (en el estado de Barinas); “Venezuela sufre un milagro y a la vez maldición, contar con las mayores reservas mundiales de petróleo”. Esas ingentes reservas petroleras gestionadas por un gobierno de orientación socialista colocan al país en el centro de la diana de la geopolítica mundial. El capitalismo no puede tolerar que desde 1.998 ese oro negro no esté a su servicial disposición, y cada proceso electoral resulta una batalla internacional para subvertir los designios del pueblo venezolano expresados legítimamente en las urnas.

Aunque no sea lo hegemónico ni lo comúnmente asumido, aquí en Navarra, también habrá personas que desde nuestro compromiso internacionalista y desde nuestro respeto a la soberanía de los pueblos seguiremos defendiendo ese “Comuna o nada” para cualquier territorio del planeta.

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